El presidente de México ha tachado esta semana al narco de una “ridícula minoría”, y uno se ríe, porque llorar ya no es opción. A los dos estudiantes muertos a las puertas del Tecnológico de monterrey no les habría hecho tanta gracia el chistecito, y menos a sus padres que se les diera el distintivo de miembros de la “ridícula minoría”. Hace unos días también escuchamos declaraciones del secretario de gobernación reprochándole a Janet Napolitano una declaración donde decía que la presencia del ejército en Juárez no ha ayudado en la lucha contra la delincuencia en Juárez, diciendo que también el gobierno gringo tiene su responsabilidad en el asunto. Paradójicamente, también esta semana se dio a conocer la captura de algunos miembros de esta delincuencia organizada en manos del ejército, luego de un enfrentamiento entre ambos, y con la "novedá" mi general, de que al día siguiente uno de ellos amanece ejecutado y encobijado, y nadie supo que paso. Al otro lo encontraron, como es natural en su casa, con su familia, disfrutando de lo derechos humanos que por ley universal le corresponden.
¿Y el presidente no ve eso? Se ha cansado de justificar la presencia militar en zonas de conflicto, y en Nuevo León, para variar, también esta semana se hicieron cercos con vehículos robados en importantes avenidas impidiendo el tránsito local, ¿y eso cómo se justifica? Algunos, como el rector del TEC de Monterrey plantean que ante la falta de una autoridad competente no hay más que las fuerzas castrenses, pero, agrega, ¿a ellos quién los supervisa? No hay estado de derecho en Juárez, es verdad, para que nos ponemos broncos cuando lo único que Janet Napolitano dijo fue la verdad, es cierto que ellos tienen bastante vela en este entierro, eso lo sabemos todos, pero al final se confirma aquello de que la verdad no peca, nomás incomoda. Pero ¿Juárez es el único lugar donde no hay estado de derecho?, señores, repito esta frase, esta misma semana se le ha dado la espalda a la recomendación de la CNDH a la PGR en los casos de Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, acusadas de de secuestro, por la supuesta retención de seis elementos de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI) de la Procuraduría General de la República (PGR). A pesar incluso de que algunos políticos con afanes electorales han declarado la injusticia que el caso a todas vistas representa.
Y entonces que señor presidente, ¿a los delincuentes hay que dejarlos salir por la puerta grande como sucedió ayer en un penal en donde más de 40 presos se fugaron ayudados por dos custodios , mientras personas que son usadas como chivos expiatorios pasan sus días en chirona? O bueno está también el caso del encobijado-detenido que seguramente estorbaba ya demasiado, tanto que valió la pena arriesgar la credibilidad del ejercito con tal de quitarse de encima a ese engorroso sujeto. Lo cierto es que el estado de derecho no se perdió de un día a otro en Juárez, ¿o acaso las muertas de Juárez ya quedaron en el olvido tan solo porque ahora el crimen organizado tiene que combatir contra el ejercito en lugar de dedicarse a sus labores acostumbradas? El estado de derecho se ha perdido con el paso del tiempo en una combinación de policías y autoridades corruptas coludidas con el narco, los secuestradores, y toda otra clase de delincuencia organizada. ¿Hasta que punto están coludidos que es ya imposible acabar con el crimen organizado porque está protegido por la ley? La lucha del ejercito es entonces una lucha no solo contra el crimen sino también contra las policías, y si a eso agregamos que hasta ahora el poder militar no esta sujeto a ningún lineamiento con respecto a las autoridades, que en todo caso uno se pregunta que tan útil sería supeditar a un grupo militar a unas autoridades corruptas (es así como podría explicarse el caso de los delincuentes detenidos que al día siguiente ya ni estaban detenidos, y si no ha sido por el que apareció ejecutado, nadie se habría enterado). La respuesta no existe, la corrupción está en todos lados, no hay que olvidar que tampoco la milicia esta nada limpia en este juego en el que el más limpio es estercolero.
Las personas honradas y trabajadoras, porque aun las habemos, no esperamos de nadie ya. No hay ley, no hay jurisdicción, no hay estado de derecho, pero no solo en Juárez señores, vámonos tan solo a medirnos en nuestro microcosmos. En cada colonia hay un ladrón del que hay que cuidarnos, o por lo menos en la mía sí. Hace unas semanas a mi hermana la asalto un vecino, días después al sentirse no tan solo reconocido, sino amenazado por las personas que amablemente se preocupan por el bienestar de mi familia, tuvo aun el descaro de presentarse a tocar a las puertas de nuestra casa, quesque para aclarar las cosas. Mi madre, que junto al sabio Salomón se juega un tiro rifado, jamás reconoció que en mi casa hubieran asaltado a alguien y le dijo al delincuente que no se preocupara, que mientras el tuviera su conciencia tranquila, para que andaba aclarando cosas. En pocas palabras le dio bofetada con guante blanco. Y ustedes dirán, huy!, si que fregona la señora, solamente se hizo la loca y aún así la alaba. Pues si, si lo hago, porque en estos días un valiente es tarugo y acaba en el hoyo, ya ven al pobre estudiante victima de las viudas negras lo que le paso. Mi madre fue sabia por dos razones. la primera porque uno no debe enfrentar a un delincuente sin saber que guarda bajo la ropa, y la segunda porque en este país no hay ley. Si usted reconoce y denuncia a un delincuente le pasara lo que al esposo de una amiga, que tuvo un altercado con una pandilla de ladrones y que aunque el día del suceso la libro porque se vio hábil, días después, los mismos maloras le metieron un madriza que lo llevo a pasar varios días en el hospital, y todo por hacerse el valiente en el primer encuentro con los citados malandros. En la colonia donde él hacía reparto para la empresa en la que labora, ya sabían de sobra de este grupo delictivo, en palabras del agraviado “unos chamacos de diecisiete años”, pero también advirtieron que a pesar de las denuncias de otros agraviados más, lo único que siempre pasaba era historia antigua, la patrulla los sube frente a los que demandan su apoyo, y seguramente algunas cuadras adelante los deja ir sin más, porque al siguiente día ya están otra vez en lo suyo. Y no me digan ustedes que no saben por lo menos de otros tres casos parecidos, ahí a la vuelta de su casa, en la colonia vecina ,cerca de su trabajo, etc. etc. etc.
Y bueno, podría pasarme hablando del tema tardes enteras y este sumario ya se ha convertido, más bien, como diría Sabina en un rosario de cuentas infelices. Y yo, estoy por terminar una semanita brutal. Me voy, pero me quedo con una pregunta en mi cabeza:
¿Acaso estaremos con toda nuestra tecnología y avances científicos, con nuestro Internet y nuestra imagen cosmopolita condenados a volver a la edad de las cavernas?