La irresistible boca se abría paso expectante, Reptando dulcemente sobre mi duro cuello. Las manos sujetando firmemente los brazos, Y abajo en un suspiro se rendían a mi anhelo Las formas almendradas de aquellos ojos negros.
Saboreando en su piel, embriagador aroma, Y el cuerpo del delito, delinquiendo conmigo, Se abrió paso su mano acercándome a su cuerpo, Dejándome sentir la fuerza en su deseo.
Mi cuello latigueado por su lengua despiadada, Dejando perceptibles humedades y espasmos, Al contacto del viento me erizaron la espalda. Que tormento más dulce, que febril arrebato.
Y una lluvia arremete contra este par de cuerpos, Que huyendo de lugares con multitud de gente, Encontraron refugio en plena calle hace un rato, Permeando entre sus sales y la lluvia sus sabores.
Y ella eleva su rostro para alcanzarme un beso, Y sin dejar por ello de mostrar fiero empeño, Recibe sin recelo lo suave de su piel fina llovizna. Maldice por lo bajo: ¡si al menos no pasara tanta gente! Con la cantidad de cosas que quisiéramos hacernos.
Sin dejar de mojarnos y entre ráfagas heladas Las manos de los dos buscan ingenuas la manera De tocar ciertas secciones y evadir la vigilancia Pero cada que lo logran pasa cerca un transeúnte.
¿Porque hay tanta gente en la calle con esta lluvia? Enfatizando su enojo dándome un beso furioso, Vuelve a quejarse su voz sin dejar de hacerme cosas Que en conjunto con la lluvia que hace rato que nos moja Me está haciendo desear a su nivel más de este infierno.
Hasta se me antojaría ser una vulgar callejera; Porque al paso que va mi mano sobre su cuerpo, No encuentro forma ya, de no quererle dentro Y en plena calle dejar que haga me haga lo que deseo.
Sus manos toman por asalto el deseo que provocan Y acercándose a mi oído me murmura confidencias Yo por poco no la escucho declarar lo que desea Porque en remolinos ardo al ritmo de sus caricias. Sin mayores miramientos me hago con sus instrumentos. Y agitados en mi mano lo voy volviendo mi esclavo Le suspiro muy bajito lo que en mi cuerpo provoca El contacto de mi mano con sus armas afiladas.
Ya no puedo hacer que nada contenga estos movimientos Y al ritmo de su capricho me dejo llevar gustoso. Sabiendo que no podemos hacer más de lo que hacemos, En pos de mi satisfacción, airosa cede su triunfo.
Y el rumoroso latido de su corazón y el mío, Se acarician en el aire más de lo que hemos podido Culminando esta sesión de vértigo, lluvia y besos Con el cese de las gotas que cayendo estaban antes Dando paso en su lugar a la explosión inminente De sus fluidos internos resbalando entre mis manos.
La noche se apodera lentamente
Del espacio en que hace un rato gravitamos.
Tu cabello enmarañado el viento mece.
Brillan los ojos de los dos magnetizados
Apagando los temores del opuesto.
La penumbra de a poco va creciendo,
Transportando ese ligero vaivén,
Desde las piernas, hasta nuestros vientres
Corren líquidos veloces por mi cuerpo
estallando en sudores violentos.
Y un espasmo vuelve a recorrernos
Al momento de besar nuestro labios.
Y le arranco al corazón ésta piel,
Para dártelo libre de pecado,
Pues una vez que ruede a tu costado,
Mi cuerpo no sabrá que hacer con él.
Pues las manos tendrán nuevas tareas
En las cuales invertir sus esmeros.
Y tu boca no ha de hablar, por lo menos,
Mientras la tengas invadida por mis besos.