Ojalá fuera sencillo apartarte de mi mente,
Pero nada me podrá borrar la imagen
De tu larga cabellera suspendida por el viento,
De la esbelta curvatura de tu pierna al descubierto.
Si no fueras del calor que hay de mi cuerpo
El caudal de sensaciones que lo enciende.
Si al oscuro deseo de mis ojos sucumbieras,
Si dejaras que mis manos tus veredas recorrieran,
Y en las curvas de tu cuerpo se perdieran.
Quizá si entendieras lo que me haces sentir,
Cada vez que la brisa se abalanza sobre ti,
Y entrecierras los ojos al golpe del viento,
Recibiendo en la cara su beso violento.
Si no me volviera loco ese vuelo embravecido,
Que al ritmo de mis latidos ejecuta tu vestido,
Dejándote al descubierto mucho más de lo que creo.
Cuando el viento lujurioso se empeña en acariciarte,
Y tú, lánguida respondes a su caricia demente.
Yo vouyer desde este lado de la acera te contemplo,
Con el ahumado cristal de mis ventanas de por medio.
Y tú allá sigues de pie, sobre el balcón tocándote
Yo amarrado de esos ojos salvajemente expresivos,
Admirando tus caderas mientras das la espalda al mundo.
Por razones comprensibles a mi ropa no me ajusto.
Pero como cada viernes, tristemente la función a su fin llega
Y al cerrar esa cortina solo dejas la visión de tu silueta
Que obedeciendo al verano, desnuda al lecho desciende
Y apagando velas, música y ventilador te duermes.
Mientras yo miro apagarse la ilusión de poseerte,
Repitiendo cada viernes mi papel de espectador.
Y ese viento que hace un rato inamovible me tenía.
Se suspende una semana hasta el regreso a marquesina
De tu show.