Mejor que nadie se que así será mañana,
Sin ese cosquilleo entre las piernas
Cada vez que acto hacías de aparición.
Yo digo que no quiero hacerte daño;
Aunque en el fondo, es a mi a quien protejo.
Es duro ser quien la decisión toma,
Pero está visto que alguien debía ser,
Y entre los dos la postergamos tanto,
Que hay muescas escarbadas en la piel.
Ser parte del placer del otro,
Hablarle cosas que jamás leyó,
Insinuarle a descaro los deseos,
Incendiar con palabras esa piel.
Jugar un juego burdo de lujuria,
Y asechar en la sombra tras un 'no'
Perder una noche la cordura,
Que una brecha de insomnio abrió.
Con una imagen sola en la memoria,
Tenerte una vez más en mi interior.
Dices que no me altere, y lo concedo,
Porque por dentro va una procesión,
Que no comienza en esta tarde de adioses,
Si no esas tantas noches sin dormir.
Dejar que la obsesión se haga costumbre,
Nombrarte en un aullido delator,
De las febriles rudas sacudidas,
Que a solas me provoco yo en tu honor.
Desearte una vez más a media noche,
Sin contar con un mensaje delator,
Para hacerte saber que has inspirado,
Mis espasmos violentos de pasión.
Te digo que de incertidumbres largas,
Más días de tu ausencia necesaria;
Mezclando días de fugaz pasión,
Prefiero entre tú y yo la nada;
Y tú celebras esta decisión.
Te concedo razón, más no por eso
Puedo decir que por fin se acabo.
Me quedan y te quedan varias noches
Imaginando lo que no paso.