Había tierra en el interior de su
boca, estaba tirada con la espalda rozando el mugriento muro, entre hojas de un
papel extraño. Sus ojos aun parecían rasgar el aire con un cuestionamiento. Su
ya de por si pálida piel denotaba ahora una aureola violácea. El cabello, su
hermoso cabello rojo hace apenas unas horas mecido por el viento, tieso ahora
para siempre más púrpura que nunca embalsamado en sangre.
La escena que contemplo es inaudita. Su desnuda y frágil piel apenas cubierta en ciertas zonas con obscenos recortes, adheridos con materia insospechada. La sangre nunca más fluirá por aquel cuerpo, rojo de placer en otros tiempos, sus manos han quedado crispadas, y su largo cuello aun sustenta la piedra opalina por mis manos colocada.
La escena que contemplo es inaudita. Su desnuda y frágil piel apenas cubierta en ciertas zonas con obscenos recortes, adheridos con materia insospechada. La sangre nunca más fluirá por aquel cuerpo, rojo de placer en otros tiempos, sus manos han quedado crispadas, y su largo cuello aun sustenta la piedra opalina por mis manos colocada.
Quisiera ser ciego en este momento, para no contemplar como sus piernas, hermosas espirales que abrazadas a mi cuerpo en el pasado reflejaran en su brillo la expresión de mi deseo, hoy descompuestas, tal vez rotas muestran desde su interior sus huesos.
El que ha hecho esto, ignoro quien, y no sé a ciencia cierta con que fines se ha empeñado en desaparecer todo resto de belleza alguna, creo distinguir ahora mismo, y apenas logro seguir respirando la mitad de su labio inferior está colgando del resto de la piel de su rostro. Sabía que nunca para mí sería su amor, envuelto estoy aun del estupor, ella me premiaba por portarme bien, y encendía mis deseos con cualquier expresión. No puedo cerrar los ojos a pesar de esta visión, su piel siempre suave a mi tacto, yo siempre incapaz de hacerle daño. ¿Quién atento así contra mi amada? ¿Quién se alegra de verla ultrajada?
Su azul mirada, perdida, domina el cuadro por su expresión. ¿Qué oscura pregunta había en sus labios?, ¿Sabía ella en el momento de inmolarla, la identidad de su captor, de su asesino?, ¿Se preguntaba acaso porque o quiénes?