6.10.21

Vértigo.

 

 

 

Quería verte.

Te vi.

La gravedad no impidió la caída.

Caímos al vacío.

Con nuestros ojos.

Con las miradas unidas.

 

El infinito es un abismo,

Espiral en picada,

Vértigo,

Instante, lapso,

Se detiene el tiempo,

La caída sin embargo…

 

No le llames vuelo.

Caemos nuevamente.

Más arriba, más abajo.

Depende del estómago revuelto,

De la cambiante posición del cuerpo.

 

Depende de quien lo mira,

Depende de los ojos que miras,

Depende de la ruta salvaje,

Del latido que cae

A mayor velocidad que nuestro cuerpos.

 

Depende del ladrido de mi entraña y de la tuya,

Del cuero erizado.

Depende de la herida abierta,

Del fuego, todo él independiente,

Del estallido;

Del olvido del daño,

De la sonrisa, de la risa.

Del modo en que los dos nunca olvidamos.

No nos olvidamos.

Nunca nos olvidamos.

 

25.8.21

Secreto Epistolar IV

 

Suave nostalgia por ti se fue forjando,

Me abrigo en ella para resistir el desolado invierno.

Sin tu abrazo, sin los besos, ni tus manos.

Sin mis manos hurgando en las grietas de tus jeans gastados.

Sin esos besos de carmín embarrado en nuestros labios.

Sin los viajes cortos en tu compañía.

Sin tus risas. Sin tus chistes malos.

Sin el brillo perverso en tu mirada.

Sin la búsqueda del gozo en nuestro encuentro.

 

La distancia entre nosotros dos no se mide en metros,

Cuadras, pasos o kilómetros;

Se mide en suspiros, desvelos y añoranza.

En melancolía e incertidumbre.

Y en verdad que eso queda tan lejos…

 

Dejaré que drene la dulzura que hoy sólo hiere.

Abrir la herida y que el veneno salga sólo.

De mis manos nacen las más dulces palabras.

Aunque no vuelvas, las galaxias infinitas tras mis retinas,

Tendrán grabada esa explosión de súper nova que era mirarte.

Tu luz sigue brillando muy incandescente dentro de mi corazón.

Como entonces, como ahora, como siempre.