Con la absurda ilución de quién ingenuamente piensa que se acabo, se suelen escribir este tipo de canciones. No sé a quién le salan más la herida, si a quién compuso semejante oda al autoengaño, o a quienes como yo la escuchan mil veces con la absurda esperanza de que se vuelva cierta la sentencia: "Ya estan domados mis sentimientos, mejor así"
Más, aun en el colmo del paroxismo, se escucha y se repite con singular pasión la exaltada frase "ya no me engaño", que cinísmo oculto entre tanto dolor. Se acepta la perdida, pero con el hondo deseo de que no sea así, y aun en esa circunstancia, decir "ya no me engaño", es el engaño más grande de todos.
Porque muy en el fondo, o bastante en la superficie, estamos seguros de que al final, en nuestro sentir, como en la canción, prevalecera, un dilucidador: "Te espero siempre mi amor, cada hora cada día, cada minuto que yo viva"
Palabras que al final confieren a una rola, en su forma esperanzadora, un fondo de pura decepción que logra situarla, y por mucho, en los niveles de lo que se suele llamar una rola de ardidos(o hecha para cuando nos quema y recalcitra el abandono de nuestro peor es nada).
Es una rola de ardidos, porque la esperanza que al principio se representa en el hecho de afirmar que "ya estas curado", se trastoca gradualmente en profunda desilución, cuando comprendes que al final, la esperanza que realmente quisieras tener, es la de que ese perfido(a) embustero(a) regrese contigo. Por eso casi escupes (o vomitas, lo que se prefiera) las ultimas palabras: "No te olvido y te espero", porque eso es lo que realmente quisieras que pasara, aunque,sabes perfectamente que no va a ser así, de otro modo, para que habrías de querer engañarte diciendo por principio de cuentas "Ya me he olvidado de ti".
Dan ganas de llorar, ¿o qué?
Más, aun en el colmo del paroxismo, se escucha y se repite con singular pasión la exaltada frase "ya no me engaño", que cinísmo oculto entre tanto dolor. Se acepta la perdida, pero con el hondo deseo de que no sea así, y aun en esa circunstancia, decir "ya no me engaño", es el engaño más grande de todos.
Porque muy en el fondo, o bastante en la superficie, estamos seguros de que al final, en nuestro sentir, como en la canción, prevalecera, un dilucidador: "Te espero siempre mi amor, cada hora cada día, cada minuto que yo viva"
Palabras que al final confieren a una rola, en su forma esperanzadora, un fondo de pura decepción que logra situarla, y por mucho, en los niveles de lo que se suele llamar una rola de ardidos(o hecha para cuando nos quema y recalcitra el abandono de nuestro peor es nada).
Es una rola de ardidos, porque la esperanza que al principio se representa en el hecho de afirmar que "ya estas curado", se trastoca gradualmente en profunda desilución, cuando comprendes que al final, la esperanza que realmente quisieras tener, es la de que ese perfido(a) embustero(a) regrese contigo. Por eso casi escupes (o vomitas, lo que se prefiera) las ultimas palabras: "No te olvido y te espero", porque eso es lo que realmente quisieras que pasara, aunque,sabes perfectamente que no va a ser así, de otro modo, para que habrías de querer engañarte diciendo por principio de cuentas "Ya me he olvidado de ti".
Dan ganas de llorar, ¿o qué?
2 comentarios:
Dan ganas de llorar, pero llorar por andar tan optimista por el mundo. Perseveramos en los mismos errores. Masoquismo lo llaman algunos. Jeje
Mejor chillar un rato,a moco tendido, que andar sollozando por los rincones.
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