Al fin hubo algo que no me molesto de nuestro actual presidente. Y es que aunque ya parece agua pasada y un tema de conversación trillado, no puedo dejar de decirlo, el cierre de Compañía de Luz parecía un imposible que através de los años y de los sexenios se veía cada vez más lejano. Ya sé yo que habrá mil gentes diciendo que soy una imbécil, y que pobres trabajadores y que la soberanía nacional. Tan bruta tampoco soy, seguramente los motivos del presidente no son ni por asomo los que han estado recitando cual letanía decembrina en todos los medios de comunicación. ¿Pero, a poco no hay un solo ciudadano que no haya sido testigo de los excesos de los trabajadores de la extinta compañía de luz?. Cinco tipos trepados en una camioneta, con la actitud más déspota posible de imaginar, acudiendo a “reparar” alguna anomalía. Ha leído usted bien, amable visitante del extranjero, cinco tipos de los cuales solamente uno se dedica a llevar a cabo su “trabajo”, mientras los demás sin ningún asomo de vergüenza se dirigen a la miscelánea más cercana a comprar “chelas”. Cuatro “empleados” que la compañía no esta utilizando y a los cuales sin embargo les pagaban sueldos que ningún otro trabajador del país gana. Es bien sabido por todos el alto nivel de corrupción que se manejaba en compañía de luz, especialmente en el sindicato. Y para quién no entienda como un sindicato puede estar por encima de los intereses de una empresa, pues solo tiene que echar un ojo a los subsidios que el gobierno le destinaba a la industria eléctrica. Es decir, para que esforzarme en mejorar o siquiera mantener funcionando bien la empresa, si de todos modos a mi me pagan por chelear todos los días, y en caso de que mi “miserable” sueldo no me alcance para mantener a mis tres mujeres, pues siempre podría darme a la tarea de “venderles” una hipotética plaza (que en realidad no existe) a por lo menos un par de incautos que tengan la posibilidad de conseguir la plata suficiente como para comprarse un boleto al paraíso de los trabajadores sindicalizados, para luego aplicar la típica frase “si te vi, ni me acuerdo” y birlarles el dinero a ese par de bobos. O ¿que tal pedir un préstamo? de unos digamos $700, 000.00 pesos que iría pagando poco a poco con descuento a mi honradamente ganado salario y sin pagar un céntimo de intereses. Suave, ¿no? Y ya ni hablar de las cajas de ahorros.
Esto es muy poco decir de los beneficios que un empleado de Luz y Fuerza podía tener. Además contaban con las pensiones más jugosas del mercado, y ya que decir de la jubilación en un tiempo menor al que permite la ley. Por si esto fuera poco las plazas eran hereditarias, así que el hijo de un empleado de compañía de luz no tenía que preocuparse por estudiar, ya ni digamos siquiera la secundaria, su vida estaba asegurada, pues heredaría uno de esos puestos al que cualquier otro hijo de vecino no podía aspirar.
Y a nivel sindicato la cosa superaba lo antes descrito, baste decir que era un hueso tan peleado o más que la presidencia de la república la dirección del sindicato. ¿He dicho ya que todos estos compañeritos no pagaban un penique de servicio de energía electrica?
Y por otro lado, que astuto es nuestro presidente, permítanme decirles, agarró a estos amigos peor que al tigre de Santa Julia, celebrando un juego de la selección y sin una figura sindical oficial, pues como recordarán, se había impugnado recientemente el triunfo de Martín Esparza ya que era tan milagroso, que hacía levantarse a los muertos para emitir votos en su favor. El preciso dio el sabadazo más memorable de las últimas décadas, tan en las nubes estaban que hubo quienes incluso se presentaron el lunes a “trabajar”, pues ni por enterados de los sucesos del sábado y domingo. Y es que con todo respeto. ¿Quién chingados va a tener tiempo de ver noticieros (que no sean deportivos) el fin de semana?
Había que estar bien a tono con el pase al mundial, celebrando en grande, como debe ser, como buenos mexicanos sindicalizados que son. ¿A ellos que noticia en el mundo podría preocuparles?
De más esta decir el poco apoyo que a pesar de tanto cacaraqueo y melodrama a moco tendido hicieron los “pobrecillos extrabajadores”. ¿Quién quiere apoyar a estos angelitos que aun en su cruel situación recibirán sus jugosas liquidaciones, mucho más que conforme a ley. ¿Acaso ellos han hecho algo por todos los trabajadores que cada día se quedan sin trabajo por los cierres de empresas que la crisis actual provoca día con día? ¿Han salido a la calle a protestar por aquellos que con menor suerte que la suya, probablemente con su liquidación apenas sobrevivan dos o tres semanas?
No digo que todos los trabajadores de luz y fuerza fueran unos pránganas, ni que todos hayan terminado apenas la primaria, pero, aceptémoslo, esos son los que se deben estar tronando los dedos. La gente que de verdad cumplía con su trabajo, seguramente será recontratada, o conseguirá un empleo, o quizá con lo de su liquidación logre conseguir un modo digno de salir adelante. Y si acaso hay algunos que deben más de lo que les pagarán de liquidación, deberíamos cuestionar ¿Cómo es posible que te presten tanto dinero y no hayas hecho con él algo que te permita tener un modo de sostenerte? Aunque la respuesta es obvia. Estos amigos estaban seguros, como que el sol sale todos los días, de que Compañía de Luz era eterna. Y, chavos, apréndanse bien esto: lo único que está científicamente probado que nunca se acaba, es la cosecha de mujeres.
No me río, después de reflexionar, uno se da cuenta de una triste realidad que va más allá de nuestros alcances, o los del gobierno, o los del sindicato o los de quién sea. A partir del 10 de octubre hay un porcentaje mucho más alto al acostumbrado de ladrones en las calles. Porque se ha dejado en la calle no ha miles de trabajadores, pero, quizá si, a cientos de personas que en su vida han trabajado. Lo que harán a partir de ahora con sus vidas no lo quiero imaginar. Algunos de ellos, como ya lo mencione, tienen hasta tres familias que mantener y con las cuales compartir su liquidación. Nos esperan días difíciles a todos. Yo me quedo con una pregunta nada más. ¿Hasta que punto esta corrupta una nación en la que cerrar una fuente creciente de la propia corrupción puede tener un costo más alto que mantenerla funcionando? Da tal miedo, que uno no puede menos que sentirse al punto para las tenebrosas celebraciones que se acostumbran a fin de este mes. ¿Listos?