Hay historias sin fin en esto de las decepciones amorosas, historias circulares, de ida y vuelta, con membresías VIP en el club de los corazones rotos.
Sabes que va a salir todo mal y aun sabiéndolo, te vale madres y regresas a golpearte la espinilla en el mismo pinche mueble. Debería haber una regla universal que prohíba volvernos a enamorar de la misma persona, aunque, uno no puede asegurar si realmente te has vuelto a enamorar o es que jamás dejaste de estarlo.
En estos casos no cuenta la experiencia, no importa lo duro que haya sido el golpe, al parecer creemos que el placer que obtienes a cambio hace que valga la pena el viacrucis que ya se ve venir. Como que los que nos metemos en este tipo de camisas de once varas, tenemos alma de boxeador y por lo tanto, nos encanta que nos rompan el hocico. Ahí vamos siempre con la ilusa esperanza de que ahora si, van a salir bien las cosas. Según nosotros, la vida ya nos ha hecho demasiadas chingaderas, como para que no nos deba esta, y tenga por fuerza que ponerse a mano. Incluso hasta nos sentimos valientes y osados por volver a intentarlo.
Y yo quisiera saber ¿qué demonios tenemos en la cabeza, que nos hace pensar semejantes pendejadas?
Al final pasa lo mismo de siempre, uno se estrella inevitablemente, lo ve venir con toda claridad, lo sabe a ciencia cierta, y sin embargo, no acierta siquiera a meter las manos.
Así es, hay personas con la capacidad (supongo que nosotros mismos se las otorgamos, al parecer sin fecha de expiración) de hacernos caer una y otra vez con sus encantos (no pocas veces escasos), simplemente basta volver a verlos después de mucho tiempo, una vez que a uno se le han disipado los resquemores de lo que fue. O probablemente se debe a que uno ya trae integrado ese espíritu anti rencores que a veces más nos estorba que ayudarnos. Quién sabe porque, damos por hecho que, si después de lo que nos hicieron, aún tienen la osadía de hablarnos como si nada hubiera pasado, significa que han cambiado y que desean reparar sus errores del pasado.
Después de levantarme del suelo donde estuve carcajeándome por casi cinco minutos de semejante ocurrencia en la última oración, prosigo:
No sé donde leí que el ser humado es el único animal que comete el error de tropezar dos veces con el mismo obstáculo (¿no que muy chingones?, esto los animales lo aprenden por pura experiencia, se supone que con nuestro intelecto esto debería ser pan comido), yo creo que hay que agregar en desagravio nuestro, que el hombre ha de ser el único animal capaz de sentir amor (a menos que el otro animal en cuestion sea un protagonista de películas de Disney), porque de otro modo, en teoría, la experiencia debería ser suficiente, al menos eso es lo que la lógica indica, pero, ¿qué lógica puede haber en la mente de un individuo que al primer “mi alma” vuelve a dar las nalgas? Obvio, ninguna.
Conclusión: como dice Lenny Kravitz, esto no se acaba, hasta que se acaba (‘cause baby, it ain´t over till it´s over), ha de pasar las veces necesarias para que uno sepa con quién se esta metiendo, se ha de repetir hasta que alguno de los dos entienda que ya no hay como, ni para que, y aunque hubiera como, no hay por donde, y el para que perdiera sentido sin el como, y… eso me recordó al súper agente 86, al que a propósito del tema, siempre le salían las cosas bien por pura chiripa. Así que de hecho, la conclusión es esta: a menos que seas el súper agente 86, ni creas que regresar con un antiguo y tormentoso amor es una buena idea. La próxima vez que te topes con uno, procura salir corriendo en dirección opuesta sin detenerte hasta llegar a donde tu terapeuta (persona que te cobra por hacer lo que hace un amigo gratis) o si lo tienes, tu mejor amigo (persona que te terapea gratis con el plus de decirte que no seas pendejo antes de cada frase y que rara vez te cobra tus consultas nocturnas) se encuentren en ese momento. Huye, que en el peor de los casos más valdrá que digan: “aquí corrió”, que: “ya chafeo”.
Y para amenizar el momento y no salir del ambiente Calamaresco que rige mis actuales días, ahí les va esta rola (personas adictas al dolor: corran por los chicharos o galletas de animalito)
Y para despejar las últimas dudas que les queden, vean lo mal que se verán en el proceso, aunque las cosas al final les salgan bien:
Sabes que va a salir todo mal y aun sabiéndolo, te vale madres y regresas a golpearte la espinilla en el mismo pinche mueble. Debería haber una regla universal que prohíba volvernos a enamorar de la misma persona, aunque, uno no puede asegurar si realmente te has vuelto a enamorar o es que jamás dejaste de estarlo.
En estos casos no cuenta la experiencia, no importa lo duro que haya sido el golpe, al parecer creemos que el placer que obtienes a cambio hace que valga la pena el viacrucis que ya se ve venir. Como que los que nos metemos en este tipo de camisas de once varas, tenemos alma de boxeador y por lo tanto, nos encanta que nos rompan el hocico. Ahí vamos siempre con la ilusa esperanza de que ahora si, van a salir bien las cosas. Según nosotros, la vida ya nos ha hecho demasiadas chingaderas, como para que no nos deba esta, y tenga por fuerza que ponerse a mano. Incluso hasta nos sentimos valientes y osados por volver a intentarlo.
Y yo quisiera saber ¿qué demonios tenemos en la cabeza, que nos hace pensar semejantes pendejadas?
Al final pasa lo mismo de siempre, uno se estrella inevitablemente, lo ve venir con toda claridad, lo sabe a ciencia cierta, y sin embargo, no acierta siquiera a meter las manos.
Así es, hay personas con la capacidad (supongo que nosotros mismos se las otorgamos, al parecer sin fecha de expiración) de hacernos caer una y otra vez con sus encantos (no pocas veces escasos), simplemente basta volver a verlos después de mucho tiempo, una vez que a uno se le han disipado los resquemores de lo que fue. O probablemente se debe a que uno ya trae integrado ese espíritu anti rencores que a veces más nos estorba que ayudarnos. Quién sabe porque, damos por hecho que, si después de lo que nos hicieron, aún tienen la osadía de hablarnos como si nada hubiera pasado, significa que han cambiado y que desean reparar sus errores del pasado.
Después de levantarme del suelo donde estuve carcajeándome por casi cinco minutos de semejante ocurrencia en la última oración, prosigo:
No sé donde leí que el ser humado es el único animal que comete el error de tropezar dos veces con el mismo obstáculo (¿no que muy chingones?, esto los animales lo aprenden por pura experiencia, se supone que con nuestro intelecto esto debería ser pan comido), yo creo que hay que agregar en desagravio nuestro, que el hombre ha de ser el único animal capaz de sentir amor (a menos que el otro animal en cuestion sea un protagonista de películas de Disney), porque de otro modo, en teoría, la experiencia debería ser suficiente, al menos eso es lo que la lógica indica, pero, ¿qué lógica puede haber en la mente de un individuo que al primer “mi alma” vuelve a dar las nalgas? Obvio, ninguna.
Conclusión: como dice Lenny Kravitz, esto no se acaba, hasta que se acaba (‘cause baby, it ain´t over till it´s over), ha de pasar las veces necesarias para que uno sepa con quién se esta metiendo, se ha de repetir hasta que alguno de los dos entienda que ya no hay como, ni para que, y aunque hubiera como, no hay por donde, y el para que perdiera sentido sin el como, y… eso me recordó al súper agente 86, al que a propósito del tema, siempre le salían las cosas bien por pura chiripa. Así que de hecho, la conclusión es esta: a menos que seas el súper agente 86, ni creas que regresar con un antiguo y tormentoso amor es una buena idea. La próxima vez que te topes con uno, procura salir corriendo en dirección opuesta sin detenerte hasta llegar a donde tu terapeuta (persona que te cobra por hacer lo que hace un amigo gratis) o si lo tienes, tu mejor amigo (persona que te terapea gratis con el plus de decirte que no seas pendejo antes de cada frase y que rara vez te cobra tus consultas nocturnas) se encuentren en ese momento. Huye, que en el peor de los casos más valdrá que digan: “aquí corrió”, que: “ya chafeo”.
Y para amenizar el momento y no salir del ambiente Calamaresco que rige mis actuales días, ahí les va esta rola (personas adictas al dolor: corran por los chicharos o galletas de animalito)
Y para despejar las últimas dudas que les queden, vean lo mal que se verán en el proceso, aunque las cosas al final les salgan bien: