No dormir, deambular, no pensar más que en todo lo que sientes cada vez que le miras.
Caer bajo su influjo.
Dejarte ir, confiar, presentir solamente la caída, y aun así, ansiarla.
Resbalar vertiginosamente por las paredes del deseo ajeno. Convocar su presencia con el solo pensamiento. Sentir su dominio, desvanecer dudas con pura esperanza, querer creer, creerle.
Moverte sin saber, por inercia, o mejor, por acato, dejarle tomar el mando, ya no saber. Actuar sin estar. Moverte bajo su influencia. La resistencia, es solo una vaga insinuación, que no tomaras en cuenta, un ruido lejano en la conciencia, apenas audible.
Estás perdido, lo sabes, y la verdad es que ni siquiera te importa demasiado. Te resignas a correr con la suerte que te espera, a dejarlo al azar, a las cuerdas que te mueven, ¿Al destino?