El clima nublado, el dolor de cabeza, los escalofríos y la sensación de andar entre nubes que anuncian una gripe sin precedentes, no hacen más que producirme lapsos insólitos de nostalgia por lo que fue y por lo que no fue.
Me hacen volver a momentos insuperables de mi vida. Las tardes lluviosas, siempre te remiten a otras tardes lluviosas de gloriosos encuentros. Un aroma que se graba en la memoria para siempre. El olvido no es definitivo, bajo ciertas circunstancias. Sabes que ya no amas a quién fue, pero sabes que jamás dejaras de amar lo que fue. Deseas estar otra vez ahí, haciendo el amor a escondidas como todo buen adolescente, y besar esos labios que fueron los primeros, pero que no serían los últimos de ninguna manera. Sabes que nunca habrá tanto morbo como entonces que recién lo descubres, y que los vértigos atestados a tu estomago cada vez que te tocan ya no serán los de antaño jamás. Y te presientes sensual bajo una piel tan caliente como la tuya. Besas como nunca vas a volver a hacerlo, con la noción de que son los besos más dulces, te prendes fuego pensando en como prenderle fuego al contrario. El frió esta afuera, y nada más. Tú, solo sabes de llamas, de espasmos, de urgencia por no tener puestos más que los calcetines.
Es tu iniciación, afuera alguien celebra jubiloso un gol, adentro, adentro ardes, te disuelves, te ausentas de la vida y sus juegos de pelota. Tu juego de pelotas es más intenso, y los goles se anotan de un solo lado de la pizarra.
Me hacen volver a momentos insuperables de mi vida. Las tardes lluviosas, siempre te remiten a otras tardes lluviosas de gloriosos encuentros. Un aroma que se graba en la memoria para siempre. El olvido no es definitivo, bajo ciertas circunstancias. Sabes que ya no amas a quién fue, pero sabes que jamás dejaras de amar lo que fue. Deseas estar otra vez ahí, haciendo el amor a escondidas como todo buen adolescente, y besar esos labios que fueron los primeros, pero que no serían los últimos de ninguna manera. Sabes que nunca habrá tanto morbo como entonces que recién lo descubres, y que los vértigos atestados a tu estomago cada vez que te tocan ya no serán los de antaño jamás. Y te presientes sensual bajo una piel tan caliente como la tuya. Besas como nunca vas a volver a hacerlo, con la noción de que son los besos más dulces, te prendes fuego pensando en como prenderle fuego al contrario. El frió esta afuera, y nada más. Tú, solo sabes de llamas, de espasmos, de urgencia por no tener puestos más que los calcetines.
Es tu iniciación, afuera alguien celebra jubiloso un gol, adentro, adentro ardes, te disuelves, te ausentas de la vida y sus juegos de pelota. Tu juego de pelotas es más intenso, y los goles se anotan de un solo lado de la pizarra.