En un esfuerzo por fomentar la lectura en sus alumnos, la maestra Conchita; como la conocíamos en la Escuela Primaria Venustiano Carranza, nos hacía llevar un libro a cada uno de sus alumnos de sexto grado de primaria, mismos que teníamos un mes para leer y presentar un resumen antes que se intercambiaran y la historia volviera a comenzar.
Debo demasiado a esta maestra de primaria de gobierno, reconociendo de antemano que antes de que ella nos sembrara ese gusto por la literatura yo acostumbraba leer el libro vaquero, sensacional de barrios chalanas y chambitas, sensacional de luchas, la Bestia Roja y el Pantera que tomaba prestados de la albañilesca biblioteca para ilustrarse mientras caga de mi primo Felipe.
Recuerdo sobre todo el primer libro que leí, que era también el primero que encontré entre los libros que a mi hermana le habían comprado por encargo de su maestra de español de la secundaria. El libro era El llano en llamas del enigmático escritor mexicano Juan Rulfo y una de las cosas que más me impacto del libro fue la intimidad que encontré en sus cuentos de la vida rural del antiguo México pre y post revolucionario, misma de la cual yo ya había tenido mis primeros encuentros, aunque algunos bastante Light con películas en blanco y negro que pasaban por televisión todas las tardes cuando yo llegaba de la escuela.
Cuando empezó a rolar el ciclo de libros, recuerdo haber devorado con tenacidad títulos bastante dispares, que fueron desde una versión bien chida ilustrada de Roque el Trapero del escritor catalán Josep Vallverdú, pasando por Cuentos de los hermanos Grimm, los inquietantes Cuentos de la selva de Horacio Quiroga, y eso si, tengo que reconocer que hubo algunas ocasiones en las que mi flojera fue más fuerte que yo y la verdad es que jamás leí cuando me toco La Metamorfosis de Franz Kafka y Un Capitán de quince años de Julio Verne del cual después del éxito no obtenido con el resumen chafa que presente de La Metamorfosis (que por supuesto no había leído) decidí presentar mi propia versión libre de la historia. Así como lo leen, yo merita y sin ayuda de nadie tuve que inventarme de cabo a rabo un cuento nuevo para entregarlo como resumen, obviamente la maestra se daría cuenta, pero mientras yo ya había presentado a tiempo mi tarea ¿que no?, la sorpresa llego el día que nos entrego los trabajos calificados, fue el único diez que obtuve de toda aquella aventura, visto años después como un incentivo con guiño de ojo incluido de parte de la maestra Conchita a una de sus alumnas más flojas, pero también con bastantes huevos como para escribir cerca de cinco cuartillas de una historia que por lo menos cumplía con los requerimientos mínimos para que alguien terminara de leerla a pesar de que a partir de las dos primeras líneas sabía que, para tarea, no era más que un fraude.
Otra anécdota que tuve con esto de los libros rolados y que hasta la fecha no olvido, es el desprecio con el que siempre veía el libro titulado Las aventuras de Tom Sawyer. Nunca supe si era el grosor del volumen o el nombre gringo que no le decía nada a una fan from hell de las películas mexicanas en blanco y negro, el caso es que siempre pase sin ver a la hora de elegir el siguiente libraco que me llevaría a préstamo durante un mes a mi casita. Por azares del destino, muy poco tiempo después de que terminara la educación primaria el canal cinco empezó a transmitir en su versión anime Las aventuras de Tom Sawyer, y si algo se con absoluta certeza es que es una de las series animadas más divertidas que he visto en mi vida, era algo tan fresco y nuevo después del chilladero al que Remi, Heidy, Candy-Candy, Bell & Sebastian y Sandy Bell nos tenían acostumbrados. Mismo chasco me lleve años después al leer la Metamorfosis, ya con edad para comprenderla mejor y darme cuenta que de aburrida solo tenía la flojera que en sexto de primaria se apoderaba en ocasiones de mi persona. A la fecha nunca he leído Un capitán de quince años, pero siempre la recordare como la novela que me hizo comprender que cualquiera podía inventarse un cuento que mantuviera el interés en cada línea leída, y en ocasiones hasta yo.
No hay manera de decir porque algunos libros nos llaman la atención y otros no, el caso es que a veces uno debe dar la oportunidad a esos mundos alternos soñados por alguien más, de eso se trata la literatura, uno lee por el puro placer de inmiscuirse en otras vidas, por el afán de imaginar imposibles y verlos hechos realidad en fábulas, novelas de ciencia ficción, cuentos de terror y porque no hasta en novelas de Armando Ramírez.
Y
4 comentarios:
Pues los pocos libros que he leido, la mayoria han sido por recomendacion, lo cierto es que cada que leo un libro me transporto bien chido!!!
P.D. Tom Sawyer era la neta!!! luego veo la caricatura completa en pirata en el tianguis de la san fe y si me tienta gacho!!!
aayy kiddo
esta entrada me ha encantado
con un libro lo que uno puede imaginar!
por ahi lei alguna vez que la imaginaciòn es la que nos salva rescatando de nuestra memoria episodios en memoria fotografica o lo que es mas rebuscado memoria ediética
la capacidad de construir esos mundos entre las manos...
de los primeros librakos si me acuerdo de el principito y el quijote... clasicos...
y no desdeño a ciertas revistas de comic como periquita y hasta la familia burron o el transas!
vaya que... en este pais hasta en el museo de monsivais tienen un apartado especial en exhibicion!
besoosss
si la lectura fuera droga, me gustaria morir de sobredosis, este post me agrado basatante ...espero hayas tenido un buen fin de semana ..
un abrazo...
Kiddo... me encantó tu post, no puedo mentirte, mientras lo leí me sirvió mucho como para poner mi alma en paz (que anda bastante alterada estos días), mientras leía hacerca de los libros que te atrapan en sus magicas lecturas.
Yo no tengo muy marcado el habito de la lectura y con todo y eso ya me aventé varios libros que volveria a leer mas de una vez, entre ellos... LA METAMORFOSIS, jaja.
Un saludo... y gracias por escribir algo tan agradable que pudo poner un rato mi alma en paz.
Saludos
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