10.9.07

A mi Luis Manuel, el de siempre.1

No menos que ayer, sentí otra vez, esta mañana cuando te volví a ver, desde aquellos antiguos tiempos de prepa, los aleteos de lo que llaman mariposas en el estomago. Unos segundos solamente, a pesar de los estragos físicos que el tiempo ha hecho en nuestros cuerpos, te presentí como siempre, y alzando la mirada me tope con tu presencia, sigues siendo tú, algunos kilos después. Te sientan tan bien los cambios.
Pero por esos segundos interminables volví a ser la timidez adolescente; el miedo al rechazo me agobio más que entonces, y el intento de sonrisa se me congelo antes de serlo. Igual que en el pasado, te deje ir sin decir nada.
Si pudiera ser quien soy en tu presencia, pero apareces y vuelvo al pasado frustrante, al pavor, al latido ensordecedor, al sudor frío, a la ansiedad, al dolor, al si hubiera..., al debía.
La única razón por la cual se justifica ese periodo sombrío de mi vida, es que después de superar todo aquello, me convertí en una persona abierta, atrevida, franca, sarcástica, hilarante, demente, diabólica.
No sabía que tus ojos debilitaran mis cualidades (¿defectos?), se esfuman, y apenas tengo tiempo de disimular para no quedar como una imbécil que deja caer la quijada en tu presencia.
Otra vez se me fue la oportunidad de acercarme a ti, y esta debió ser la última. Si acaso te acuerdas de mi, pensaras que no quise hablarte. Y si no me recuerdas, que más podría darte.
Desde siempre muero por besarte, por saber que se siente abrazarte. Nunca fuimos amigos, pero hubo un tiempo en el que habría jurado que yo te agradaba. Pero eso fue el disparador de mis complejos estudiantiles. Y así, me distancie de ti para no tener que averiguar jamás si aquello era verdad o mentira. Me volví cobarde, temí de más al rechazo, y te deje ir sin jamás tenerte.
Talvez no vuelva a verte más. Talvez diez años y otros cuantos kilos más, cuando las cualidades físicas sean menos, una mañana vuelva el vértigo abdominal que me haga desviar la vista hacía ti. Ojala tenga al menos el valor de decir “hola”, asumiendo por fin este presente, y superando traumas del pasado. Espero poder ser yo. Quien soy ahora. Y sonreír y contarte un chiste, y volver a ver esa hermosa sonrisa que hace tanto hizo girar mi cabeza de noche y de día, pensando que era una señal, la contraseña para entender que yo también te gustaba.
No espero averiguarlo años más tarde, pero quisiera rescatar lo bueno, lo que valía la pena, no el dolor, ni la duda, ni el sufrimiento. Solo aquella la ilusión que tenía entonces, antes de distanciarme por completo, bajando las manos sin hacer un intento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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gabriel revelo dijo...

me dejaste temblando, primera vez que leo tu blog y ya varias veces me has sacudido. será por qué somos tan semejantes.

yo también tuve un amor inconcluso así en la prepa, es más, culpo a ese sentimiento de las multiples personalidades y cambios de humor que padezco. nunca una mirada, como en esa época, era tan electrizante, nunca, como en esos años, una tarde en soledad era tan dolorosa.

yo te comprendo.

Kiddo dijo...

Si yo te contara......